Como se puede observar en el menú de Acción de Gracias, no comimos pavo.
Como plato principal, opté por pollo. No es la primera vez, pero en esta ocasión en vez de asarlo lo preparé en la olla de cocción lenta, así se iría cocinando mientras confeccionaba el resto de la cena.
Encontré la receta de pollo al Merlot con setas en The Ultimate Slow Cooker Book, de Better Homes and Gardens (Hoboken, NJ: Wiley, 2011) que había usado antes. Me pareció que podría encontrar fácilmente los ingredientes y que sería una forma distinta de comer un ave en el día de Acción de Gracias.
La ventaja de la olla de cocción lenta es que los alimentos se cocinan solos. Así que el plato estuvo listo entre una receta y otra, alguno que otro trago de Merlot (un Santa Helena Varietal del 2012) y la preocupación de que el pollo no se cociera como debía, pero imposibilitada de verificar porque en este tipo de ollas, abrir la tapa es un no-no. A la larga, el pollo se coció bien y terminamos comiendo un pollo guisado con vino más caro que El Canario o El Cocinero.
Sabía delicioso, pero si en vez de setas hubiera usado papas, nadie se hubiera percatado de que no era el prosaico pollo guisado de cualquier fonda. Aunque el color lo hubiera delatado.
Este año decidí que no prepararía arroz. No sé cuán saludable sea la opción escogida, pero para variar, opté por unas zanahorias rostizadas. No es la primera vez que las preparó ni la primera vez que utilizo esta receta en particular, la de Ina Garten, conocida como Barefoot Contessa.
Es muy fácil de preparar. Solo se mezclan en un cuenco las zanahorias picadas, aceite de oliva, sal kosher, pimienta molida fresca y eneldo o perejil fresco (en este caso, usé del seco). Luego se colocan en una bandeja plana para hornear, se hornean por unos veinte minutos y listo.
Lo mejor es que el sabor de las zanahorias complementaba, no competía con el del pollo. Pero de eso hablaré más tarde.
Luego de posponer y posponer y volver a posponer, por fin preparé el chupe de camarones, receta con la que concluyo las Aventuras culinarias: edición peruana. Pensé que el mejor día para una empresa como esa sería el Viernes Santos y parece que no me equivoqué. La confección resultó bastante sencilla, contrario a lo que tanto me temía. Quizás se debió a lo santificado del día. Si supo a lo que debía saber, no lo sé; sí puedo decir que es muy sabroso, es bastante picante y que me vi en la obligación de usar camarones congelados porque no encontré frescos. Es posible que pronto vuelva a repetir la experiencia del chupe en cualquiera de sus variedades.
Sigo posponiendo el plato con el que se supone que complete las Aventuras culinarias: edición peruana. Creo que a más tardar abril estará listo. Mientras tanto, me entretuve buscando recetas entre mis libros y encontré algunas de lo más interesantes.
Véanla bien, es la única foto decente que tomé para esta entrada
Tilapia en salsa de perejil Como debemos cuidar un poco más nuestra salud, he decidido incluir mucho más pescado en la dieta. Y como a duras penas sé cocinarlo, reusé el libro Sauces and Salsas, de Christine France (Londres: Hermes House, 2004). La receta original era para merluza, pero opté por tilapia.
Sauces and Salsas
Por más feo que se vea el pescado en la fotografía, estaba cocido y la salsa le iba muy bien.
Tilapia en salsa de perejil (traté de mejorar la foto, pero no lo logré)
He llegado a la conclusión de que no aprovecho este libro todo lo que debiera. Papas rostizadas Del libro The Ultimate Slow Cooker Book, de Better Homes and Gardens (Hoboken, NJ: Wiley, 2011) que adquirí recientemente, conseguí la receta para el acompañante perfecto. Se trata de unas papas pequeñas “rostizadas” en la olla de cocción lenta.
The Ultimate Slow Cooker Book
Para hacerlas compré un paquete con tres tipos de papas nuevas (amarillas, rojas y moradas) y las rosticé.
Papas rostizadas
Sé que se hubieran cocinado más rápido de haberlas hecho de la manera tradicional, pero ahora tengo una olla de esas y debo usarla y el que uno de los platos tarde mucho en estar listo tiene la ventaja de que se evita el ajoro cuando se confeccionan los demás. Pastel de queso al agua de azahar con salsa de frambuesa y granada La receta para el postre, de Jeanne Thiel Kelley, la conseguí mientras navegaba en la red. Había comprado una botella de agua de azahar traída del Líbano y era consciente de que debía darle un buen uso.
Foto de Brian Leatart
El resultado es un pastel de queso al estilo de Nueva York al que se le añade el sabor del agua de azahar y se mejora muchísimo con una galleta sazonada con clavos. Como es muy dulce, se acompaña con una salsa de granada y frambuesas que resulta bastante ácida.
La foto no quedó tan mal, pero la procesé para que le hiciera compañía a las otras dos
Cada bocado me recordaba la reacción de Remy en Ratatuille cada vez que descubría una nueva combinación de sabores. La verdad es que comimos muy bien, aunque nada fue peruano. Quizás en otra ocasión me anime y haga por fin el… chupe de camarones.
Decidí reiniciar mi proyecto de Aventuras culinarias: edición peruana y, por poco, lo echo a pérdida. No solo me he visto con tanto trabajo que apenas he podido cocinar, sino que después de la experiencia con la receta de hoy, estuve a punto de tirar la toalla.
Ají de gallina versión de Marian Blazes
Resolví que la segunda receta sería el ají de gallina, el primer plato peruano que probé alguna vez. Luego de una exhaustiva búsqueda, me decidí por la receta de about.com, reuní los ingredientes y, el jueves pasado, me dispuse a cocinar. Si digo que fue fácil, estoy mintiendo. Estuve una hora y cuarto cocinando constantemente, lo que incluyó preparar el arroz y las papas para completar el plato y aún así olvidé los huevos y las botijas cuando tomé la fotografía.
Mi versidón del ají de gallina
No voy a decir que seguí la receta al pie de la letra, dado que usé papa blanca en vez de amarilla, maní en vez de nueces, un poco más de queso parmesano, migajas de pan y más leche evaporada. Y luego de todo el trabajo, la recepción fue bastante tibia aun cuando, en mi opinión, quedó bastante bien y cercano al original. Pero, bueno, así es la vida. Voy a intentar otra receta para la semana que viene y ya después veremos.