¿Qué ocurriría si quien escribe no
tiene opción? Esa es la premisa de una encuesta que publiqué en la página de
Facebook hace casi dos meses: Si tuvieran que escoger entre la
ficción histórica y la ciencia ficción, ¿cuál sería?
Por suerte, quienes escribimos tenemos
opciones, pero me provoca curiosidad saber qué ocurriría si no. Para la
encuesta seleccioné la ficción histórica y la ciencia ficción porque me parecen
opuestos perfectos.
La ficción histórica implica ubicar la
trama en algún momento histórico específico, haciendo que los personajes se
ajusten a la realidad histórica ya sea porque representan a los actores reales
del suceso o porque son personas anónimas que se ven afectados por el suceso.
La ficción histórica implica investigación de parte de quien la escriba no solo
para ajustarse a la situación histórica, sino para reproducir formas de hablar,
costumbres, alimentos que correspondan a la época y el texto no resulte
anacrónico.
En este subgénero la novela es muy popular y algunos ejemplos son Isla cerrera de Manuel Meléndez Ballester, Nuestra señora de la noche de Mayra Santos-Febres, El nombre de la rosa de Umberto Eco, La catedral del mar de Ildefonso Falcones, Guerra y paz de León Tolstói y Retrato en Sepia de Isabel Allende.
La ciencia ficción se relaciona con el
futuro y como este no ha ocurrido, quien escribe puede especular lo que estime
necesario. Tradicionalmente, los temas que se tratan se relacionan con el
presente de la redacción: sucesos históricos, preocupaciones de quien escribe,
problemas sociales, etc.
Algunas novelas destacadas son El visitante de las estrellas de Pabsi
Livmar, Esa antigua tristeza de José
Borges, Los desposeídos de Ursula K.
Le Guin, La isla del doctor Moreau de
H. G. Wells, El cuento de la criada de
Margaret Atwood, Dune de Frank Herbert,
Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y Parable of the Sower de Octavia E.
Butler.
El 95 % de las personas que
contestaron la encuesta preferiría escribir ficción histórica. Sin duda el
subgénero tiene mayores seguidores que la ciencia ficción y no sabría explicar
por qué, salvo especula que se relaciona con lo problemático de la realidad
histórica puertorriqueña.
Para mí fue una sorpresa porque
prefiero escribir ciencia ficción y, por alguna razón, pensé que le ocurría lo
mismo a la mayoría de las personas que escriben. En Ojos llenos de arena, incluí tres cuentos de ciencia ficción
especulativa, “Abominación”, “Aurora” y “Ojos llenos de arena”, y dos de
ficción histórica, “Lolitas” y “El camino al infierno está lleno de buenas
intenciones”, aunque este último no se escribió con la intención de que fuera
ficción histórica.
Hay veces que los resultados de estas
encuestas me sorprenden. Ese es el caso con esta en la que había que escoger
entre escribir ficción histórica o ciencia ficción. Es posible que lo mismo
ocurra a la hora de leer, pero para averiguarlo no vendría mal realizar otra
encuesta.
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