Todos los años espero impaciente las vacaciones de Semana Santa. No lo hago porque me interese pasármela metida en la iglesia o porque quiera ayunar o conmemorar ningún acontecimiento religioso. No, solo quiero descansar. Y como ocurre todos los años, no puedo. Es tanto el trabajo pendiente que apenas lo logro.
Lo peor es que este año me toca corregir y lo odio. Odio corregir. Lo odio, lo odio y lo odio.
No he podido escribir, no he podido bordar, no he podido tejer. Nada. He permanecido rodeada de papeles y resaltadores de colores.

Explorando el Este
1.Plaza de Fajardo, 2. Playa de Yabucoa, 3. En algún lugar de la 53, 4. Plaza de Naguabo, 5. Yabucoa
Como estoy mentalmente agotada, he aprovechado cada oportunidad para salir de paseo. El Domingo de Ramos montamos a Cathy en el auto y nos fuimos a explorar el Este. Visitamos Yabucoa, Naguabo y Fajardo. El lunes hicimos una parada en el Paseo de las Artes de Caguas; el martes, intenté buscar un lugar donde trabajar. No tuve éxito. No importaba dónde me metiera, estaba lleno a capacidad. Había olvidado que era feriado por el Día de la Abolición de la Esclavitud. ¡Qué ironía! Yo trabajé como de costumbre. El miércoles fui a Cayey a resolver un asunto pendiente de mi faceta de escritora.

1.Lunes: Paseo de las Artes de Caguas, 2. Martes: Jardín Botánico de Caguas, 3. Miércoles: Arcoíris en Cayey
Hoy me preparo para encerrarme en casa con el único propósito de corregir, previo al acostumbrado maratón del Viernes Santo. Como el trabajo no se detiene aunque haya decidido rendirle culto por un día al sedentarismo, supongo que pasaré un sábado entre papeles y resaltadores gloriosos y un domingo en el que de seguro múltiples exámenes y trabajos escenificarán el milagro de la resurrección.
Así que, como todos los años, espero con ansias las vacaciones de Semana Santa para no descansar como anhelo.