Como se puede observar en el menú de Acción de Gracias, no comimos pavo.
Como plato principal, opté por pollo. No es la primera vez, pero en esta ocasión en vez de asarlo lo preparé en la olla de cocción lenta, así se iría cocinando mientras confeccionaba el resto de la cena.
Encontré la receta de pollo al Merlot con setas en The Ultimate Slow Cooker Book, de Better Homes and Gardens (Hoboken, NJ: Wiley, 2011) que había usado antes. Me pareció que podría encontrar fácilmente los ingredientes y que sería una forma distinta de comer un ave en el día de Acción de Gracias.
La ventaja de la olla de cocción lenta es que los alimentos se cocinan solos. Así que el plato estuvo listo entre una receta y otra, alguno que otro trago de Merlot (un Santa Helena Varietal del 2012) y la preocupación de que el pollo no se cociera como debía, pero imposibilitada de verificar porque en este tipo de ollas, abrir la tapa es un no-no. A la larga, el pollo se coció bien y terminamos comiendo un pollo guisado con vino más caro que El Canario o El Cocinero.
Sabía delicioso, pero si en vez de setas hubiera usado papas, nadie se hubiera percatado de que no era el prosaico pollo guisado de cualquier fonda. Aunque el color lo hubiera delatado.