Hay quienes creen que en el Trópico no hace frío y, por lo tanto, no entienden por qué tejí la bufanda Los ventanales. Los tropicales sabemos que el frío es real y que el paso de las estaciones se siente dos veces al año.
Lo que quiero decir es que existen dos estaciones: verano y una mezcla de primavera y otoño, cuando hace frío. Eso explica el porqué mi guardarropa tiene una sección de ropa de verano y otra de ropa para un frío que no es polar, pero se puede sentir como tal.
Eso también explica el que tenga una colección de bufandas ligeras que acostumbraba a usar por las mañanas entre mediados de noviembre y principios de abril cuando trabajaba en Cayey.

De todos modos, la bufanda Los ventanales no es para mí, sino para alguien que vive en Aibonito, un pueblo realmente frío.
Para tejer la bufanda, utilicé el hilo comprado en Wish. El resultado es una bufanda delgada y corta de apenas 47 pulgadas (119 cm) porque es para una chicha delgada y de baja estatura.

El cuerpo de la bufanda es muy sencillo. Consiste en rejillas que parecen los ventanales de una iglesia. El hilo seleccionado ayuda al efecto. Sin embargo, me pareció demasiado sencillo.

Para solucionar el problema, le tejí un borde basado en el segundo que aparece en el panfleto Baby’s Choice Crochet Edgings for Fleece, de Terry Kimbrough (Leisure Arts, 2003).

La bufanda Los ventanales quedó bonita y se obsequió a su dueña junto a un gorro del que hablaré en un futuro.