Llevo 24 horas en dieta líquida y no puedo pensar. Cada vez que recuerdo que me faltan al menos 24 horas más, me ataca el hambre.
Volveré a publicar como de costumbre, la próxima semana.
Hay momentos como bloguera en que ocurre lo peor: No tengo qué escribir. Vamos por partes, que no es tan grave como suena.
A veces, la creatividad se desborda. Tanto así que hasta dormir se hace difícil. Solo se piensa en escribir primero; escribir después y terminar escribiendo. Cuando se trabaja tanto con un blog como con creación, esos momentos son mágicos.
Sin embargo, la moneda de la creatividad tiene su lado vacío: Esos momentos cuando la mente queda en blanco y no sale ni una triste palabra soez.
A veces se soluciona con revisar lo escrito en momentos de creatividad hasta que regresa esa etapa.
El pasado Viernes Santo lo pasé, como de costumbre, viendo películas religiosas. Pero esta vez me dio con reflexionar y eso mató todos los posibles temas para la entrada de hoy.
Me dio con pensar en las cosas que tiene la vida, cuando una persona con seguridad laboral, cierto éxito profesional y su vida asegurada decide hacer lo posible por destruir el futuro profesional de otras personas a las que considera sus inferiores tan solo por eso, porque las considera sus inferiores.
Por supuesto que la megalomanía y la prepotencia rigen la vida de estas personas. Por eso ayudan a quienes los adulan o a quienes saben jugar el juego de estar bien con todo el mundo. No obstante, los que tenemos criterio propio y no lo ocultamos, los que no pedimos permiso y los que somos bocones nos convertimos en sus víctimas favoritas.
El detalle es que al tratar de destruirnos, en muchas ocasiones, terminan haciéndonos un favor. Por supuesto que en su pequeñez de pensamiento no se percatan de ello. De lo contrario, no nos dedicaban ni un pensamiento y nos dejarían en paz.
Pensé en todas las personas que me han hecho favores enormes sin darse cuenta en estos últimos años.
Como ven, trabajar una entrada con un tema así puede meterme en líos. Podría terminar hiriendo sensibilidades de personas que se sientan aludidas sin que se trate de ellas o, peor, me buscaría enemigos que no tengo ahora y quizá los que sí tengo ni se enteren de que hablo de ellos.
No es tan grave, en realidad. El tema no es bueno para una entrada, así que no lo trabajaré. Por eso no tengo qué escribir para hoy, pero tampoco es la primera vez que me ocurre. Supongo que con paciencia algo surgirá.
El segundo paso a la hora de iniciar un blog es seleccionar la plataforma que lo alojará. Hay tantas para escoger que puede ser difícil la selección. A continuación, un grupo reducido de posibles plataformas:
Existe la opción de utilizar las notas de Facebook como blog, pero la cuenta debe ser pública. Si la privacidad es una preocupación, las páginas o “fan pages” son una alternativa y no hay necesidad de entablar amistad con los usuarios.
Todas las plataformas tienen sus ventajas y desventajas, admiradores y detractores. He usado todas menos LiveJournal y recomiendo Blogger o WordPress. La mayoría ofrece opciones de pago, pero, en ese caso, aconsejo solo una.
WordPress.com y WordPress.org tienen diferencias marcadas, la primera es que la que termina en .org debe alojarse en un servidor, pero son tantas las ventajas que desaconsejo pagar por WordPress.com. Este blog está alojado en WordPress.org y créanme cuando les digo que no he aprovechado ni la mitad de las posibilidades que ofrece.
Tienen opciones para abrir un blog y no hay necesidad de casarse con ninguna plataforma. Se puede iniciar el blog en una y luego mudarlo a otra si así se desea. Eso hice cuando migré Las elucubraciones de Amaranta en Blogger a Elucubrando en WordPress.org. También se puede dejar una plataforma y comenzar otra sin transferir el contenido. Lo importante es que no haya contenido duplicado, pero de eso hablaremos más adelante.
¿Cómo es posible que se me ocurra publicar consejos para quienes planifican publicar por primera vez cuando aún no he publicado mi primer libro? Tengo décadas de experiencia como editora/correctora y de eso quiero hablarles a los futuros autores.
Primero, aclararé la diferencia entre escritor y autor. Cualquiera puede ser escritor, no todo el mundo es autor. El escritor es la persona que escribe, haya publicado o no. El autor es quien ha publicado. Antes de publicar se espera que todo autor haya sido escritor y, con suerte, continuará siéndolo para continuar publicando. Quien solo se dedique a escribir y no haya publicado, no es autor.
Segundo, diferenciaré al editor del corrector. El editor es quien se encarga del estilo, por eso su dominio es el contenido. Puede sugerir cambios de nombres de personajes, capítulos, cuentos o libros, eliminación de episodios, capítulos o personajes, alteración en el orden de los episodios, presentar sugerencias de estilo, etc. La idea no es convertir el texto en un éxito de ventas, sino ponerse colaborar con el escritor para que el resultado sea el mejor texto posible.
El corrector es la persona encargada de corregir ortográficamente el texto. El contenido no le incumbe, solo la corrección ortográfica y gramatical. En Puerto Rico es común que una misma persona se encargue de ambos procesos a la vez. Eso es lo que se conoce como ortotipografía. Por lo general, cuando se habla de editor, se trata de la persona que realiza una corrección ortotipográfica.
Luego no olvides guardarlo en la computadora y, además, en tres pendrives, en dos disco duros externos y todas las nubes que puedas.
Dejemos afuera al editor como el dueño de una editorial. Esta persona no tiene por qué hacer ningún tipo de corrección, sino que subcontrata o delega esa función. En algunos casos, ni se toma la molestia. Publica tal cual y, bueno, solo hay que visitar cualquier librería para encontrarse con alguno de los resultados.
En lo que sigue, utilizaré el término editor para referirme a quien realiza tanto un una corrección de estilo, ortográfica u ortotipográfica.
Cualquier futuro autor debe tener claro que el editor es un colaborador, quien trabajará con el escritor para que el texto, sea cuento, poema, novela o disparate, salga lo mejor posible. Pero es solo eso: un colaborador.
Aunque el futuro autor vaya a autopublicar, mi recomendación es que contrate los servicios de un editor. Hay que sacar presupuesto porque nuestro trabajo no es barato. Eso sí, vale la pena.
Sin embargo, hay que estar ojo avizor para no caer víctima de un editor inescrupuloso. A continuación, varios consejos:
Así que, futuros autores, sepan que los servicios de un editor son importantes, pero también que hay editores y hay editores.
De seguro, eres de las que se ha propuesto iniciar un blog para el 2018. Mi consejo principal es: Piénsalo dos veces. No quiero decir que no lo hagas, pero si te decides, debes estar segurísima de tu decisión.
Bloguear tiene muchas satisfacciones, pero tomará tiempo de tus actividades. Por eso, en entradas futuras daré consejos que te ayudarán en esta empresa. Por lo pronto, trabajemos con lo más importante: escoger un tema.
Parece irónico que quien posee un blog personal, el colmo de lo ecléctico, recomiende que escojas un tema. Sin embargo, creo que esta es la sugerencia más importante y, por eso, quise empezar por ella.
Los blogs dedicados a un tema específico tienen mayores lectores. Además, si te interesa monetizar el blog, el que sea dedicado facilita que las marcas lo identifiquen y quieran hacer negocio contigo.
Pero no puede ser un tema cualquiera, debe apasionarte y del que puedas hablar por años. Leíste bien, años. Monetizar un blog, establecer tu reputación como bloguera y comenzar a hacer negocios con las marcas no se logra de la noche a la mañana. Por otro lado, una vez logras monetizar, no vale la pena abandonar el proyecto.
Esa es la razón por la que insisto que debes pensarlo dos veces antes de iniciar un blog.
Y ya que estamos hablando de iniciar un blog, déjame darte un consejo adicional: Medita bien el nombre que le pondrás. Todo se reduce a tres opciones:
Puedo hablar de mucho, pero para eso estarán las próximas entradas. Por lo pronto, te recuerdo que si deseas iniciar un blog, piénsalo dos veces.